Crecer a los pies del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial despertó desde muy temprano mi interés por la arquitectura. Entendiéndola como la herramienta que a través de lo tecnológico da soluciones a lo más humano, la habitabilidad, hizo que finalmente me decantase por ser arquitecto. Amante del patrimonio en todos sus contextos: desde lo material y más relacionado con la historia edificada hasta el saber popular o patrimonio inmaterial. Soy proactivo, dinámico y firme defensor de la equidad y justicia social; motivo por el que me he involucrado en diferentes movimientos y organizaciones llegando a ocupar responsabilidades públicas.